lunes, 16 de abril de 2007

De nuevo el Painco 15ª Parte

...Un horrible graznido despertó a Suaga. Aquel sonido repelente, no sólo le raptó de su placentero y apacible descanso en los brazos de su treico, sino que le regaló una gran dosis de intranquilidad y desasosiego. Era el painco. El ser repugnante que trajo la duda colgada en su cuello y el temor de su pico.
Suaga notó que Trunck ya no estaba en la cama, por lo que de un salto se dirigió a la gran terraza del palacio, donde la otra vez se posó el engendro. Allí los vio. El treico leía una carta, traída seguramente por el pájaro, el otro le miraba desafiante, y en su pico parecía dibujarse una sonrisa maliciosa. Taicomos llegó con un cuenco lleno de carne cruda y se lo dio al painco, que lo engulló todo rápida y vorazmente, como si nunca hubiese comido, o como si el keilar fuese a retirar el cuenco enseguida y no pudiese terminarlo todo.

Cuando terminó de leer lo que decía la carta, Trunck la dobló cuidadosamente y la guardó. Miró al painco
malhumorado y después a Taicomos con la mirada astiada. Tras perder la mirada en la lejanía del paisaje durante un momento, Trunck pareció recobrar la vida y el interés por lo que ocurría a su alrededor y se dirigió a la habitación. Suaga, al ver que se encaminaba hacia donde él estaba, se retiró unos pasos y después recuperó la dirección hacia el gran balcón de palacio, para que pareciera que venía del cuarto y ahora salía a la terraza. Todo esto aderezado correctamente con una dosis de buen teatro, interpretando el papel de recién levantado que no es capaz de centrarse.

Cuando Trunck y Suaga se cruzaron, el treico no sospechó nada. El triga le abrazó para darle los buenos días y le dio un beso.

- Lo siento Suaga. Ha vuelto el momento de la confianza ciega y la espera sin preguntas ni respuestas. Debo subir a ponerme mi indumentaria y partir ahora mismo.

- ¡Cuánto tiempo estarás fuera?

- No lo se. Entre cuatro y seis días - la cara de Suaga se encogió en una mueca de fastidio -. Intentaré regresar antes, lo prometo. Mientras tanto le he hecho firmar a Taicomos un papel en el que me prometía entretenerte con su cálida verborrea - sonrió Trunck dulcemente.

Y dicho esto,subió al dormitorio a cambiarse. "No puedo" pensó para sí el triga. Desde que se conocían, el painco se había presentado en casa ya cinco veces, y en las cinco había pasado varios días con el corazón encogido hasta que Trunck volvía. Esta vez sentía la necesidad imperiosa de saber a dónde iba y qué hacía donde quiera que fuera. Así que lo tuvo claro, le perseguiría, tomaría la forma de un minúsculo insecto, uno cuyo cerebro es tan pequeño, que Trunck no podría escuchar sus pensamientos, y se pegaría a su ropa, como una polilla a la tela.
Le esperó como hubiera hecho habitualmente, mirándole desde la puerta de la habitación mientras se cambiaba de ropa, con cara de "no te vayas". Cuando terminó, pasó junto a Suaga y casi ni le miró. Entraba en su papel serio y ya no existían amigos, conocidos, y ni siquiera amor. No sabía qué tendría aquella ropa, pero parecía aislarle de todo sentimiento.
Cuando estaba a punto de bajar las escalares que conducen al gran salón y después al balcón, Suaga tomó la forma de un ez. Un ez es una mezcla entre un mosquito y un ácaro, muy pequeño. Se dejó llevar por las corrientes de aire y agitó sus alas rápidamente, acoplándose en los pliegues del hombro de Trunck. Éste salió al balcón y le hizo una señal al painco, que echó al instante a volar desplegando sus oscuras y lúgubres alas. Trunck dio un enorme salto y le siguió, con su amante pasajero en el hombro...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aupa! Ay, a ver si consigo esta vez dejar el comentario...

Qué intriga!

Qué pasará? Qué misterio habrá? Puede ser mi gran noche, chanchanchanchán...

La verdad es que consigues enganchar con tu folletín... Pero tienes ya la historia en la cabeza o dejas que fluya, vi guater mai fren?

Hala, ahora es cuando le doy a publicar y no sale nada, ays, maldita tecnología, por qué se lleva tan mal conmigo?

Me ha hecho ilusión tu llamada! A ver si seguimos luego charlando...

Abrazonte, cariñoak!