miércoles, 7 de marzo de 2007

La llegada de un painco 12ª Parte

...Una tarde, mientras Trunck acariciaba tranquilo el cuerno de Suaga en los jardines de su hogar, la oscuridad llegó en forma de painco (ave similar al cuervo, pero más grande). Este llevaba en el pico un sobre y al cuello un brillante collar de piedras preciosas. Trunck se levantó bruscamente y cogió la carta del siniestro animal, la leyó y su gesto se endureció. Sin mediar palabra, le arrancó el collar y entró al palacio. Suaga notó que algo no andaba bien y le siguió.

- ¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?

- Debo marcharme, pero volveré enseguida. Cuando llega el painco, llega el trabajo - dicho lo cual subió a su habitación.

A Suaga nunca le habían gustado los paincos. En Aldebodal estos seres eran símbolo de malas noticias, de desgracias, de pena, de agonía, de muerte. Mucho más en su caso, ya que cuando un triga muere, el primer ser en venir a recibir su parte del fallecido es un painco. Aún recordaba el día en que su madre murió y un enorme ave negra arrancó con brutalidad su mano para llevársela lejos, sin ningún reparo.
Al poco, el treico bajó, enfundado con ropas oscuras, envuelto en una capa que le cubría el rostro. Con cierto aire de pena y desgana, besó al triga y se encaminó a la puerta para marchar, pero antes de que se alejara de su alcance, Suaga le tomó de la muñeca.

- Dime donde vas.

- No me preguntes lo que no te gustaría saber. Es lo que me mantiene y es mi naturaleza. No quiero que tu bondad se manche con mi caos - y como una sombra se marchó.

Suaga le siguió y se quedó sorprendido al ver cómo Trunck echaba a volar y se alejaba.

Tardó un día y medio en regresar. Durante este tiempo, intentó hablar con Taicomos sobre el extraño suceso, pero los keilar eran grandes guardianes de secretos y le fue imposible descubrir más de lo que ya había visto. Al parecer, lo que fuera que Trunck había ido a hacer, era su trabajo, lo que le permitía llevar el nivel de vida que poseía.

- No quieras enterarte de lo que te dañaría, y si algún día descubres lo que pasa, no le juzgues - fue lo más que le pudo sonsacar al legendario criado.

Cuando el treico volvió, Suaga estaba en el gran ventanal de la habitación de Trunck. Le vio llegar desde lejos, una mancha en el cielo que se fue haciendo más y más grande, y fue adoptando la forma de su amante amado. Aterrizó frente a él. En su cara había signos de cansancio.

- Llevo un día y medio deseando volver a hacer esto - y besó al triga arrebatadoramente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

deberias escribir un libro

un besazo
vicho