viernes, 26 de enero de 2007

Trunk, el treico, y Suaga, el triga. - 2ª Parte.

Por el contrario, en Aldebodal, los triga son la antítesis de los treico, son amables, cariñosos, pizpiretos, cantarines, risueños, confiados, sinceros, animosos, positivos, su personalidad podía llegar a resultar empalagosa en ocasiones. Mas en algo sí coincidían con los treico, eran muy hermosos. Tal era su belleza, que muchos seres del planeta que los veían, llegaban a obsesionarse con ellos. Por este motivo, los triga fueron cambiando su metabolismo, hasta ser una raza metamórfica, es decir, que podían cambiar de forma a su antojo para camuflarse.
Sin embargo, algo les delataba. Por más que cambiaran de forma, un buen observador podía descubrir, por mucho que llegara a encogerlo, un pequeño cuerno, en el centro de su frente. Era su marca, si alguna vez conocías, veías, o cazabas un ser con un pequeño cuerno en la frente, sabías que estabas ante un triga.
De esta forma, Trunk descubrió que el ser que se encontraba tirado en el bosque con un costado ensangrentado, era un triga.

La primera reacción de Trunk fue abandonarlo. Ya sabía de donde venía el hermoso quejido. ¡Su curiosidad estaba satisfecha! Mas aquel sollozo se le metió en la cabeza, y sabía que si se marchaba dejándolo allí se le acomodaría en la cabeza y no podría tener sexo aquella noche, por más que lo intentara. Además, cuentan las leyendas que ayudar a un triga y mantenerle hasta su recuperación, les hacía sentirse en deuda y, al alma caritativa, le brindaban felicidad y bien estar para el resto de sus días.
Así que, esperando que cuando el triga supiera lo que había hecho por él le otorgara felicidad, lo tomó entre sus brazos con cuidado y lo subió a su mansión en lo alto del monte, donde le limpió las heridas y curó su fiebre, con las mejores hierbas de todo Aldebodal
.

Cuando Trunk hubo terminado, reparó en el joven triga. Era sumamente hermoso. El pelo largo, castaño, le caía sobre los hombros. Su piel era tersa y suave, muy suave, sólo en los alrededores de la boca se podían ver ciertas arrugas, minúsculas, seguramente provocadas por tanto reír a carcajadas y sonreír a todo el mundo. La boca era muy fina, de labios estrechos, y una nariz poderosa pero recta, simplemente perfecta. Sus dos enormes ojos cerrados ahora por el cansancio, dejaban intuir que serían unos ojos que darían paz a quien los mirase. Y en lo alto, en el centro de sus frente, un pequeño cuerno, de color hueso, que parecía tener luz propia. Era curioso, en el bosque le llamó más la atención, el cuerno, ahora que descansaba, parecía haberse hecho pequeño y no destacar mucho.
Trunk, tras acabar las curas del hermoso joven, se quedó pasmado mirándolo, sentado junto a la cama, que él mismo había preparado, casi durante toda la noche. Qué gran inversión había realizado aquel día. Había encontrado a uno de los seres que más suerte dan en el planeta, y encima podía verle sin transformaciones, sin cambios, tal cual era. Incluso, se le ocurrió, podía tocar el mágico cuerno. Y así fue, se acecó, se recostó sobre la cara del joven, para ver mejor el cuerno, y cuando estaba a punto de tocarlo...

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