domingo, 13 de mayo de 2007

Suaga, ¿qué has hecho? 17ª Parte

... Suaga cogió al desdichado entre sus brazos, mientras lo miraba con sus ojos lila, empañados en lágrimas. Ya no estaba allí. Aquello que tenía entre las manos era una masa extraña, con la forma de Tuimbus Teydoj, pero no era él, se había apagado. Es extraño tener entre las manos algo muerto, sobre todo si son seres pertenecientes a la fauna, y en algunos casos de la flora, de Aldebodal. Al principio sigue blando, pero poco a poco se va quedando duro, rígido y frío, y toma una textura extraña.

- Taicomos me pidió que no te juzgara, si algún día averiguaba lo que hacías en tus viajes - dijo en un susurro, sin dejar de mirar al difunto -. Pero creo que esto me supera - Miró fijamente a Trunck, quien le miraba con los ojos perdidos y el rostro muy sorprendido al ver al triga en aquella habitación.

- ¿Por qué me has seguido? ¿Por qué lo has hecho? ¡Esto no lo debías saber! ¡No te quería involucrar en este mundo oscuro y hediondo, del que no puedo salir!

- ¿Cómo? ¿Cómo llegaste a esto? ¿Cómo empezó todo?

- No lo se. No lo recuerdo. Tengo muchos años y muchas muertes a mi espalda. Puede que desde que nacen los treicos estén preparados para ser asesinos, despiadados, crueles, rastreros, odiosos y encantadores, despreciables seres que se sirven de lo que les rodea para destruirlo y hacer que vivan infelices...

- ¡No te lo crees ni tú, todo eso que dices! - respondió Suaga de forma automática, como si un resorte le hubiese hecho saltar -. Tú que me haces sentir el único ser del mundo, tú que me cuidas cada día como a un tesoro, tú que bromeas con Taicomos y haces que un anciano que ha visto tanto se sienta feliz y en su hogar, los últimos años de su vida; tú que no soportas verme llorar, que no puedes llegar a imaginar que cuando muera las fuerzas de la naturaleza destruyan mi cuerpo, tú que no quieres involucrarme en esto para protegerme de la realidad del mundo que me rodea... ¿Tú dices que eres un ser despreciable?

Una lágrima negra se escapó de los ojos infinitos de Trunck, y manchó el suelo al que miraba avergonzado.

- Tú no eres esto, si no quieres ser lo, pero nunca nadie te lo había dicho antes. Y esto lo voy a arreglar ahora. ¡Tápate de nuevo la cara! - le dijo al treico quien le obedeció a pesar de su perplejidad.

Suaga tomó la forma de una betano, una especie de pantera color morado, con aspecto humanoide, y enormes alas fucsia de insecto. Existe la creencia en Aldebodal, de que las betano son mensajeras entre los seres vivos de Aldebodal y la Madre Creadora, y en momentos de verdadera necesidad, se aparecen para recibir o dar algún mensaje.
El cuerno del triga creció, y comenzó a brillar sobre manera. Tanto, que Trunck se vio obligado a mirar hacia otro lado, a pesar de estar acostumbrado al candor del cuerno de Suaga. La habitación entera resplandecía, sólo se podía ver luz. El triga agachó la cabeza y tocó el pecho del muerto con su apéndice.
De pronto como si una bocanada de aire volviera a recorrer los pulmones de Tuimbus, éste abrió la boca, dejando que la vida recorriera de nuevo su gordo y purpúreo cuerpo. Sus ojos abiertos de par en par, miraban desorbitados en todas direcciones, hasta que se frenaron en lo que él pensaba que era una betano.

- La Gran Madre Aldebodal te concede una segunda oportunidad. Sé ejemplo, y disfruta del regalo que se te otorga- dijo Suaga con voz tranquilizadora y felina.
Tras esto, la luz de su cuerno se apagó y todo quedó en la más oscura penumbra, lo que aprovechó para coger a Trunck del brazo y salir corriendo allí.

Ya fuera del palacete, sobre el suelo transparente, con el Manantial Sirhi Okra como testigo, Trunck, aún sin haber recobrado el aliento, tomó a Suaga de los hombros, muy alterado.

- ¿Qué has hecho, Suaga? ¿Sabes quién quería la muerte de ese ser? ¿Sabes a quién acabas de desafiar?

- Supongo que a una gran familia Sizan, con ansias de venganza, pero no me importa, nosotros unidos podemos hacer frente a todo, y más con la Emperatriz de nuestro lado. Si nos intentan hacer algo, ella nos defenderá y ayudará a luchar contra los Sizan...

- ¡Qué ingenuo eres! - exclamó Trunck moviendo al cabeza-. Ella es mi jefa. Es ella quien envía al painco, ¿si enviase a un ser dulce y angelical crees que impondría tanto respeto? Su Alteza Endora me encargó acabar con la vida de ese hombre, que ahora que goza de todo privilegio está pensando en volver a traicionar al bando en el que se encuentra - miró tristemente a Suaga y en un susurro, acercándose mucho al triga dijo -, y será ella quien, por el pacto que hace mucho hicimos, reclame mi vida...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué fuerte lo que me cuentas, Jacobo!

Esto está súper interesante, cariñoak!