lunes, 12 de febrero de 2007

Un largo día. 5ª Parte

... Ya había pasado todo un mes Obsial*, y aquella mañana Trunk se despertó con una gran sonrisa. Tenía la sensación de que por fin se verían cumplidas sus expectativas y hallaría recompensa a todo lo que había hecho hasta el momento.
Sin dejar de sonreír, se acercó a la puerta de la habitación de Suaga. Normalmente, el triga le sentía llegar cada mañana, y mentalmente le saludaba y le hacía saber qué capricho deseaba para desayunar, comer o cenar. Mas aquella mañana, no hubo saludo ni petición. Nada. "Estará durmiendo" - pensó el treico, y sin darle mayor importancia bajó a desayunar.

La mañana transcurrió lenta y tediosa. Durante un mes, se había acostumbrado a salir y no parar en casa durante las mañanas, o a estar ocupado cocinando las recetas imposibles que Suaga le encargaba, o, simplemente, a pasarla charlando con su nuevo acompañante, de banalidades que le hacían soltar grandes carcajadas. Podría haberse puesto a leer, darse un baño relajante en aguas traídas del río Edrev, o planear su siguiente salida de "caza" en busca de algún o alguna botany con el que pasar el rato. Sin embargo, le fue imposible. No podía quitarse a su especial compañero de la cabeza. ¿Por qué no decía nada? ¿Se habría escapado? ¿Habría sido todo una manera de reírse del treico, para luego escapar? No podía ser, Suaga prometió dejarle tocar su cuerno al mejorar, por eso había cuidado de él durante este tiempo. Sí, es verdad que cada día se acostaba sonriendo, de lo mucho que disfrutaba de cada reto, pero lo que principalmente perseguía era ser uno de los pocos que hubieran tocado alguna vez un cuerno de triga.

Así pasó el día, dándole vueltas a la cabeza, debatiendo consigo mismo si entrar o no en los aposentos de Suaga. Si entraba y no estaba, recorrería todo Aldebodal en busca del joven mentiroso y, lleno de ira, le arrancaría su precioso y mitológico cuernecillo. Pero si entraba y descubría que, simplemente, Sauga había decidido pasar un día de ayuno y silencio, podría perder su confianza, y que se retractara en su promesa. ¡ Y con razón!
Pero de pronto, mientras paseaba al atardecer, por los hermosos balcones de los jardines de su pequeño palacio en lo alto del monte, un pensamiento le asaltó e hizo que todo su ser se encogiera: ¿Estará bien? ¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si ha enfermado o lo que ayer cociné para él le ha sentado mal, y no ha podido pedir ayuda?
Salió corriendo hacia la habitación de Suaga. Todo le daba igual. Corría con una sola preocupación en la mente y nada más guiaba sus pasos. Mas de pronto, al llegar al pasillo en el que se encontraba la estancia, un maravilloso perfume dulce y fresco le hizo reducir la marcha, y llegar a parar. Era un olor perfecto, que entraba por su recta nariz y se apoderaba de sus pensamientos. Aquel aroma le recordaba a su infancia, le traía recuerdos placenteros que le hacían sentir bien. Toda preocupación desapareció y, de nuevo, una sonrisa vino a alojarse en su boca, creciendo y creciendo al descubrir, que este maravilloso olor procedía de la habitación del triga, cuyas puertas estaban abiertas de par en par, dispuestas a recibirle como el gran anfitrión que era...


*(Hay tres calendarios distintos en Aldebodal, y cada uno se rige por uno de los tres astros principales: Oxes - el sol; Obsel - luna mayor; Onokim - luna menor)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fabor... necesito saber que hay más allá de las puertas abiertas de par en par... de verdad, ¡¡¡quiero leerlo yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! Espero que la entrega 6ª no se demore mucho más de un día.

Un besazo, artista !!!

Anónimo dijo...

Oye, lo de faBor con B no es cosa mia... lapsus linguae