miércoles, 28 de febrero de 2007

¿Qué función tiene un treico? 10ª Parte

... De vez en cuando, el treico y el triga, bajaban a las aldeas y poblaciones de alrededor y jugaban con sus habitantes. Suaga se transformaba en seres mitológicos o fantásticos y hacían que un campesino lo viera, para que corriese tras él, pensando en la fortuna que ganaría si vendiera su cabeza, para luego esperarle al doblar una esquina y asustarle con la apariencia de un monstruo fabuloso. A Trunck le encantaba observar sus caras y las imágenes que se formaban en sus cabezas al asustarse, ver gracias a la telepatía cómo percibían sus víctimas la realidad.

Otras veces, se acercaban a los grandes templos de música, en los que los botany y demás especies sensibles a la música, se reunen para bailar y divertirse. En estas ocasiones, Trunck se acicalaba como solía hacer las noches de "caza", pero ahora tan sólo era un mero ritual. Suaga se plantaba frente a él e iba adquiriendo distintas formas de vida inteligente, a ver con cual decidía salir aquella noche. Incluso podía elegir por separado cada rasgo y característica del, o la, que sería su acompañante. Aquello le excitaba en extremo al treico, saber que cada noche podía elegir un ser distinto, y estar creado por él mismo. Sin embargo, al volver al palacete, a su hogar, mucho más le excitaba saber que aquellos rasgos se iban desvaneciendo uno a uno hasta aparecer Suaga ante él, con sus preciosos ojos lila, y su perfecto cuerno apuntando al cielo. Toda esa perfección, toda esa bondad, toda esa felicidad, toda esa risa, eran para él en aquellos instantes.


¡Qué extraño era Suaga bailando! No era como Trunck, cuyos movimientos parecían estar estudiados al milímetro para seducir, para provocar. Sus aires de dignidad, de ser inalcanzable, hacían que todos se fijasen en él. Sin embargo, con Suaga no era así. Cuando se acercaba a él con intenciones arrebatadoras, éste parecía no verle. Pero por el contrario, si se unía a él bailando de cualquier forma, sin intención alguna, simplemente pasándoselo bien, relajado, sin ningún tipo de pose, entonces era el único punto de mira del triga. Es más, de este modo, Suaga no paraba de reír, y gracias a esto, le abrazaba y le acariciaba sin parar, lo que hacía que la excitación del treico fuera en aumento.

Así pues, varias cosas excitaban al treico del triga: su capacidad de adoptar diversas formas, pero la certeza de saber que su forma original, su cuerno, su verdadera esencia, sólo la podía disfrutar él; la risa que compartían, pues hacía que Suaga desprendiera felicidad que le contagiaba a Trunck en cada momento; y por último, el sexo con el triga había sido hasta ahora increíble, ya que sabía perfectamente lo que debía hacer a cada instante para que el treico temblase y vibrase.

Solían hablar muchas veces en la cama, los dos desnudos mirándose fijamente: uno miraba el iris lila de Suaga, y el otro se perdía en el caos oscuro e infinito de Trunck.

- Yo tengo mi cuerno y el poder de hacer feliz a quien esté a mi lado, pero ¿tú qué sabes hacer? ¿Por qué existen los treicos en Aldebodal? Está claro que por mis dones La Suma Creadora me hizo para mantener la esperanza de la gente y que sus vidas solitarias y comunes se vuelvan especiales, pero ¿qué hace un treico?

Trunck se quedó pensativo... No sabía qué función le había asignado la Madre Aldebodal... Ni a él ni a ningún ser de su especie. Todo lo que sabía hacer estaba vinculado a su propio beneficio y placer. ¿Quizá como ejemplo de lo que no se debía hacer? Quizá como fuente de inspiración, o incluso también para hacer que las vidas de aquellos seres de los que se aprovechaba, dejasen de ser existencias absurdas, para pasar a ser vidas destrozadas, con irremediables secuelas emocionales, por el paso de un treico. Esto último le hizo gracia, pero sabía que no se encontraba en aquel pequeño planeta por ello.

- Nada, no se hacer nada para el bien común... y quizá tampoco para el bien individual... Sólo estoy aquí para darme placer a mí mismo, y dar rienda suelta a mis fantasías y deseos...

- ¡Qué mentiroso eres! - dijo Suaga en una explosión de carcajadas - Tú, Trunck, estás aquí para hacerme reír sin parar. Tienes el poder de hacerme sonreír a cada instante, y que con mi risa todo mi ser se recupere y coja fuerzas para seguir repartiendo felicidad. Estás aquí para salvarme la vida, y que yo esté para siempre en deuda contigo. Estás aquí... para complementarme!

Y fue entonces cuando Trunck se dio cuenta de que algo estaba cambiando en su vida, y de que algo estaba cambiando en él... porque la idea de estar en este planeta para cumplir dicha función... ¡le encantaba!

1 comentario:

Roberto dijo...

Ala!!! Qué bonito el nuevo diseño de tu blog!! Me gusta un montón. Ahora, a seguir creando narraciones tan geniales como las que publicas.
Un besote